Desde la Escuela de Nordic Walking de Valladolid queremos seguir enseñándote nuevos beneficios de esta maravillosa actividad física. Por eso, hoy te mostramos cómo de útil es caminar con tus bastones si sufres la temida enfermedad de Parkinson.
¿Qué es el Parkinson?
Descubierta por James Parkinson en 1817 y definida por él mismo como “parálisis agitante”, esta enfermedad es neurodegenerativa; de hecho, después del Alzheimer, es el trastorno de este carácter más relevante por ser irreversible y duramente progresivo. Las personas diagnosticadas con la enfermedad de Parkinson presentan síntomas motores característicos, como la alteración y reducción del movimiento; de esta forma sufren inestabilidad corporal, temblor o rigidez en las extremidades. Pero también ven afectados sus sistemas no motores, mostrando demencia, náuseas, trastornos del sueño o la visión, etc.; las alteraciones en la marcha y el equilibrio son también signos comunes, provocando caídas y consiguientes fracturas o inmovilizaciones.
Son precisamente estas caídas, o el temor a sufrirlas, las que hacen que el paciente tenga miedo y se auto-condicione. De esta forma, la persona que sufre Parkinson limita el tiempo que dedica a la actividad física; derivando en un estado de inactividad, una disminución de la fuerza muscular y un empeoramiento de la calidad de vida. Este nuevo estado se denomina acinesia (falta de movimiento) y genera lentitud, fatiga y reducción de los movimientos corporales; sin embargo, también afecta a otros aspectos como la expresión facial, el enderezamiento muscular, la escritura o la postura. Los pacientes con Parkinson tienden a adoptar “la postura del simio”, encorvándose o flexionándose hacia delante; esta posición provoca que su centro de gravedad avance más de lo normal y caminen con pasos cortos y desequilibrados.
¿Es importante la actividad física?
El ejercicio tiene un papel muy importante para los pacientes con la enfermedad de Parkinson; supone una gran ayuda en la rehabilitación y frena el empeoramiento de los síntomas. Sin embargo, como hemos dicho anteriormente, las personas con este trastorno neurodegenerativo tienen miedo de realizarlo.
Por eso se busca crear programas de ejercicio llamativos, seguros y divertidos, con el objetivo de hacer sencilla su práctica. Las técnicas de rehabilitación más comunes son aquellas que implican ejercicios aeróbicos tradicionales, que mejoran la velocidad y el equilibrio; también lo son los ejercicios de fuerza musculares, para mejorar la masa muscular y la potencia.
¿Cuáles son los beneficios de la Marcha Nórdica?
Las personas con Parkinson tienen especial dificultad en los movimientos que implican el primer paso, parar, retroceder o rodear obstáculos. Los deportes o actividades físicas que incluyen el uso de un apoyo extra resultan muy útiles, como el Nordic Walking.
Los bastones especiales ayudan a que el paciente sienta seguridad y equilibrio al caminar, incluso mejora su postura. Además, el impacto sobre el desgaste del cuerpo es mínimo y el sujeto desarrollará su resistencia, fuerza y coordinación; gracias a esto descenderá el ritmo de empeoramiento de los síntomas del Parkinson.
Pero las virtudes de la Marcha Nórdica no terminan ahí. Está demostrado que esta actividad ayuda a aumentar la frecuencia cardíaca y mejora la salud vascular y la ingesta de oxígeno; también es conveniente para reforzar e incrementar la densidad ósea.
Todos estos beneficios se combinan para brindar una mejor calidad de vida a las personas afectadas por el Parkinson. El cuerpo se siente más fuerte y hay un aumento cualitativo en el nivel de confianza de las personas afectadas por el Parkinson.
Desde una perspectiva más práctica, existe un estudio realizado a 12 pacientes con Parkinson. Durante 6 semanas, los sujetos fueron sometidos a cuatro pruebas con y sin bastones y con y sin pruebas de fluidez verbal semántica; el motivo es que existe una correlación entre la disfunción motora y el déficit cognoscitivo en personas con Parkinson. El estudio determinó que la Marcha Nórdica mejora la estabilidad postural y del tronco en comparación a caminar sin bastones. También redujo la longitud del paso por lo que se recomendó su realización en la rehabilitación de los pacientes. El estudio es el “Nordic walking improves trunk stability and gait spatial-temporal characteristics in people with Parkinson disease”, de Gougeon, Lei Zhou y Nantel (2017).
Imagen de portada: clarin.com